Dos de cada tres personas que viven en residencias toman algún tipo de psicofármaco. Estos fármacos conllevan riesgos graves (caídas, accidentes cerebro vasculares, arritmias, etc.) y un dramático aumento de la mortalidad. Las pocas publicaciones que describen la prevalencia de uso en España apuntan a que su uso en residencias es excesivo. Todas las sociedades científicas abogan por su reducción. En Alemania el uso excesivo de neurolépticos en residencias ha llegado a formar parte de los escándalos mediáticos crónicos. En EEUU son cada vez más las voces que se organizan para alertar sobre los riesgos del uso excesivo de psicofármacos.
Numerosos estudios indican que la eliminación de las sujeciones mecánicas y químicas no solo aumenta la seguridad de los pacientes, sino que contribuye a una mejora marcada de la calidad de vida de los residentes y del personal asistencial.
El Dr. J. Olazarán neurólogo, director médico de la Fundación Maria Wolff es reconocido como experto en combinar medidas farmacológicas y no farmacológicas. Ha llevado a cabo numerosos cursos y publicaciones en este campo. La última publicación en castellano es un artículo de la Revista Española de Neurología (2012) en la que junto con su co-director de investigación de Fundación Maria Wolff, R. Muñiz presentan un resumen de medidas farmacológicas y no farmacológicas para resolver problemas de conducta y del estado de ánimo de personas con demencia. Esto fue posible por ser Fundación Maria Wolff la entidad que coordinó la red de investigación internacional que sentó las bases científicas de las Terapias No Farmacológicas (TNFs).
Hace pocos meses Fundación Maria Wolff y Sanitas publicaron un artículo en la Revista Americana de Directores Médicos (JAMDA) que muestra que la adición de neurolépticos en un solo paciente incrementa el riesgo de caídas sobre el riesgo que conlleva la prescripción de un único neuroléptico.
Los beneficios de la racionalización de psicofármacos están en el ahorro de los costes colaterales como la reducción de las lesiones por caída, evitación del incremento de dependencia en actividades de la vida diaria, úlceras por presión o síndrome del neuroléptico maligno entre otros.
Pero quizás, lo más importante desde el punto de vista del residente, consista en la mejora de los niveles de alerta y sensoriales. Los residentes estarán más «presentes», serán más comunicativos.