Hemos retomado nuestra actividad formativa presencial después del descanso estival; de nuevo a través de nuestro colaborador INEAVA hemos tenido un ponente de excepción, Alfredo Bohórquez, médico geriatra, Presidente de ALBOR Consultor con más de 25 años de trayectoria directiva profesional en el sector sociosanitario y de la dependencia que nos ha instruido de manera cercana, amena y profesional.
Partiendo de la idea de que el experto cuidador de una persona es uno mismo nos ha ayudado a identificar las áreas claves de la valoración geriátrica integral.En esta tarea se debe incluir un equipo interdisciplinar, no sólo el cuerpo directivo, y también contar con las personas mayores capaces y sus familiares.
Ayudados por la definición matemática de Ética, 1=1, uno es igual a uno, todos los seres humanos tenemos la misma importancia lo que nos permite, aplicado a personas mayores, huir del edadismo y centrarnos en su valor.
El nuevo modelo ACP aplica un criterio ético, conociendo los puntos fuertes de una persona, se pueden detectar situaciones positivas y negativas y mejorar su situación y su entorno. La ACP se utiliza como instrumento de valoración para conocer a la persona a través de la Historia de Vida, pero el objetivo principal es la respuesta a la pregunta ¿qué hace feliz a esta persona?
También hemos conocido diversas escalas de valoración geriátrica, Alfredo nos ha explicado hasta 13 escalas, que valoran diferentes aspectos, actividades de la vida diaria, nutrición, demencia, depresión, calidad de vida, dolor en demencia, marcha y caídas, sobrecarga del cuidador o recursos sociales teniendo como base la aplicación de manera sencilla. Es importante saber combinar los conceptos clínicos científicos con el lenguaje claro y cercano y como objetivo final mejorar la calidad de vida de la persona y la búsqueda de su bienestar. Esto se debe de llevar a cabo a través de un equipo interdisciplinar, multidisciplinar y transdisciplinar.
Tras un descanso y un café, hemos continuado de manera muy amena, con la valoración de las situaciones de riesgo que llegan con la fragilidad; el almacén de proteínas del cuerpo, los músculos, pierden su capacidad por lo que la fragilidad origina sarcopenia y finalmente la dependencia. El control de esta situación implica la creación de un “mapa de riesgos” que indiquen los riesgos de las actividades, en personas, de accidentes, de caídas, de conflictos entre personas, riesgos económicos o de reputación. A través de esto, se valora la importancia del riesgo, la probabilidad y su clasificación. Como conclusión, debe de haber un responsable que gestione que estos riesgos no ocurran o qué acción llevar a cabo si aparecen. En todo este proceso se debe dar especial relevancia al trabajo sociosanitario como captador y perceptor de estas situaciones.
Finalmente, Alfredo nos ha explicado los indicadores de calidad e instrumentos de percepción a través de una innovadora propuesta basada en el resultado directo en la vida de las personas.
Apoyado en una tabla de indicadores de resultados, de percepción y centinela, y preguntando tanto a usuarios, familiares como profesionales se obtiene una serie de indicadores de calidad de vida, de ética, de cuidados, de síntomas geriátricos y muchos más, todos ellos basados en la vida de la persona.
Además de todo esto, nos hemos llevado un valioso soporte de información y bibliografía con la que aplicar estas técnicas tan necesarias en nuestro fin último de la excelencia en la Atención Centrada en la Persona y las relaciones.