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Nuestros mayores

Tras 100 días de pandemia quizás sea el momento de realizar un pequeño panegírico dedicado a las personas mayores que hemos perdido, que nos han dejado para siempre, pero que seguirán presentes en nuestros corazones. Una generación de luchadores con valores integrados en su ADN. Todas sus vivencias: la guerra, las penurias, el haber sabido perdonar y seguir luchando por sus hijos, nietos y biznietos, los hizo ser de una pasta especial.

Demasiado a menudo en nuestra Sociedad se habla de los mayores, de esos “viejos” que son considerados pesados por lo repetitivos, aburridos por sus batallitas, pero muchos desconocen que, por una palabra, por una sonrisa son capaces de ofrecerte su amistad, su complicidad, su respeto y su cariño. La luz de sus ojos parece apagada, pero de repente, si sabes mirar a través de sus ojos, se iluminan y descubres la persona que fue y sigue siendo. Vivimos en una realidad en la que se ha perdido la paciencia porque todo va demasiado rápido, sin darnos cuenta de que ellos han ido perdiendo la juventud, la belleza y la salud en este camino que todos nosotros vamos a recorrer.

Para todos nosotros, los que de una manera u otra hemos estado junto a ellos, la rabia, la impotencia y el miedo se ha apoderado de nuestro ser. Hemos llorado su pérdida junto a sus familias, porque para nosotros ellos eran una parte muy importante de nuestra vida.

Ahora nos toca tomar nota de los errores para que no vuelvan a repetirse, intentar seguir preparados en esta batalla contra este “enemigo” que no podemos ver ni tocar y que nos impide mostrar una de las facetas que más humanos nos hacen: la sonrisa, la caricia, el abrazo… pero todo ello deberemos seguir haciéndolo por ellos, por cada uno de los que nos quedan y a los que debemos proteger como Sociedad.

Hay una frase del escritor chino LIN YUTANG que deberíamos recordar:

“Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas y los viejos libros, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y espiritual de los ancianos”.

 

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